Si me sigues por las redes sociales o has leído el post sobre los pródromos de parto, sabrás que llevo ya tres semanas con ellos y que he estado ingresada, esto último es lo que te quiero contar.
El martes pasado tuve visita en el ginecólogo y me dijo que la niña ya está muy abajo, preparada para salir y que tenía unos 3cm de dilatación. Hasta ahí bien, pero ya al ir a marcharme, hizo saltar todas nuestras alarmas (ese día pudo venir el papi a acompañarme).
Me dijo: “Prestad atención a lo que os voy a decir. Si rompes aguas, te tumbas y llamas a la ambulancia porqué va a ser un parto precipitado y han de desplazarte acostada, y si tienes contracciones que apuntan a parto, os vais deprisa al hospital”.
¡Imagínate como nos quedamos!
Nos contó que la niña está muy abajo pero no se ha encajado porqué hay bastante líquido y eso le hace como un cojín que evita que meta la cabeza en el canal de parto. Pero que a la que se rompa la bolsa, va a entrar rápidamente en el canal y al ser un cuarto parto y con mis antecedentes de partos rápidos iba a ser precipitado.
Salimos de la consulta muy asustados, el papi iba blanco, teníamos casi 1 hora de camino hasta llegar a casa ¿Y si se rompe con el meneo del tren? ¿Y si camino más de la cuenta y se rompe? ¿y si con una contracción se rompe?… Esto es lo que pasaba por nuestras cabezas.
Pasé la noche muy nerviosa, sin apenas moverme en la cama por si rompía aguas (se que se puede romper sin moverte, pero por si acaso). El miércoles tenía bastantes contracciones, no eran fuertes ni rítmicas pero no podía evitar ponerme nerviosa y en alerta cada vez que venía una. Además había manchado un poco y me hizo pensar que quizá estaba dilatando más.
Así que decidí ir al hospital y tener al menos una segunda opinión por si era distinta y me dejaba más tranquila.
Al llegar, iniciaron el protocolo de parto por las contracciones por lo que me hicieron un control de monitores. Como he dicho, las contracciones las notaba suaves y no eran rítmicas, pero para mi sorpresa eran cada 5-6 minutos y de buena intensidad (50-60 mmHg). Las catalogaron de primera fase de parto que es la fase de dilatación. La matrona me hizo un tacto y dilatación era de unos 3-4 centímetros, pero al estar realizada por una persona distinta, no se podía comparar con la medición de mi ginecólogo para saber si había avanzado.
Y aquí fue cuando me dieron el mismo diagnóstico que mi ginecólogo: riesgo de parto precipitado. Me dijeron que me fuese a casa a esperar allí y que volviese en tres horas, pero al decirle que no tenemos coche y debíamos ir en el autobús y tren, directamente me tramitaron el ingreso. Nadie se hacía responsable de enviarme a casa en transporte público y menos sola, porqué papi se había quedado en casa con los niños (básicamente por Anuar) hasta saber qué me decían.
La jefa de matronas estuvo conmigo en monitores repasando mi historial clínico y realizando un informe sobre mis anteriores partos. Le entregué mi plan de parto y se reunieron las matronas del turno de tarde y la ginecóloga para leerlo y comentar lo que fuese necesario conmigo.
Como solicité que no me pusieran vía si no era imprescindible, me hicieron una analítica normal para el tema de coagulación por si había que usar anestesia o algún medicamento. ¡Qué contenta estaba!
Como marca el protocolo de parto, me hicieron una ecografía para tener los datos lo más actualizados posibles. La niña está perfecta, pesa entre 2’900 y 3 kilos y como dijo mi ginecólogo, tiene bastante líquido amiótico bajo la cabeza y por eso no se puede encajar. Sigue leyendo